La hiperproductividad en tiempos de confinamiento

Muchos de nosotros llevamos cerca de tres semanas en casa, saliendo lo justito dentro de los márgenes que el estado de alarma permite.

Este dichoso virus ha hecho realidad lo que tantas veces habíamos expresado como deseo: ¡Qué ganas tengo de estar en mi casa!. Pues hale, dos tazas.

Una situación como ésta tiene la potencialidad de desencadenar reacciones de todo tipo. Una de ellas, muy común, es la hiperactividad. En los primeros días se pusieron en marcha cientos de iniciativas para mantenernos entretenidos. No sé si entretenidos u ocupados: Bibliotecas digitales interminables, teatro y conciertos online, clases y cursos de todo lo que os podáis imaginar, quedadas en la ventana para aplaudir, para el vermú… Todo esto está fenomenal, pero ¿qué pasa si lo que el cuerpo te está pidiendo es no hacer nada?.

Este confinamiento, no lo olvidemos, tienen un sentido: Ponernos a salvo e intentar aplanar esa dichosa curva con la que se nos bombardea desde los medios de comunicación. Y, si es necesario protegernos, es porque hay un peligro: una amenaza real para nuestra salud y nuestra vida (no voy a hablar de la economía, de eso que se ocupen otros). Nuestro organismo tiene tres formas básicas de funcionar ante una amenaza, las 3F de los angloparlantes: Lucha (Fight), huida (Flight) y bloqueo o parálisis (Freeze). Tienes una explicación estupenda aquí:

Parece que la sociedad en que vivimos, que valora y ensalza la productividad por encima de todo, nos impulsa a llenar este tiempo de actividades. Y si no aprovechamos para hacer un curso a distancia, practicar ejercicio a diario, aprender a tocar la guitarra, participar en un challenge y subirlo a las redes sociales, preparar comida casera, leer todos los libros que teníamos pendientes, engullir un par de series y replicar la receta de bizcocho de la abuela, parece que no estamos haciendo nada.

¿Pero qué pasa si no me apetece hacer nada?

Pues nada. No pasa nada. De verdad.

Considero que es necesario, en un momento así, que nos paremos a pensar si estamos haciendo lo que de verdad nos apetece o nos estamos dejando arrastrar por la vorágine y la presión social. Lo que para algunos puede ser una fuente de motivación e ideas para el entretenimiento, para otros, que no se sienten identificados con las actividades o, sencillamente, no les apetece, puede ser causa de frustración, ansiedad y… (¡Oh, sí, mi favorita!) ¡Culpa!.

Para. Por favor, para y escúchate: ¿Es toda esa actividad una manera de huir de lo que estás sintiendo?

Lo que está ocurriendo en estas semanas sacude fuertemente nuestros sistemas de protección normales, afectando a nuestra sensación de control, conexión y significado y activando un montón de emociones a las que hay que dar cabida. Y en eso, el cuerpo manda

Haz un poco de caso a tu cuerpo y dale lo que pide. Si sientes que no estás haciendo nada, lo más probable es que estés cuidando de ti. Y en un mundo tan centrado en producir, en ser y aparentar, en que se vea, el autocuidado pasa desapercibido.

Fíjate, ¡Y tú sintiéndote culpable por desaprovechar el tiempo!. Estás desaprendiendo una lógica impuesta por un sistema que invisibiliza los cuidados. Estás volcándote en lo esencial y cerrando tus oídos al ruido atronador que viene desde fuera. Estás cuidando de lo esencial.

A lo mejor hoy te has quedado un poco más en la cama, disfrutando del calorcito y la suavidad de tus sábanas.

Te has aseado y has preparado un buen desayuno.

Te has echado crema en esas manos, que ya se sienten resecas por tanto jabón y gel hidroalcohólico.

Has llamado a un amigo, a tu abuela, a tu padre o a tu prima.

Has hecho algunas respiraciones profundas, porque has notado esa punzada en el pecho que te avisa de que algo no está yendo bien… Y la sensación se ha suavizado.

Has recogido la manta que anoche dejaste en el sofá y has disfrutado de los mimos de tu mascota.

Has saludado a la vecina desde la ventana y le has dicho que le sienta bien el rojo de su camiseta.

A lo mejor has hecho todo eso y unas cuantas cosas más, y en tu cabeza está sonando la vieja melodía de la culpa: Otro día más que no he hecho nada… Vamos a revisar ese discurso interno y contarnos la historia de otra manera. No olvides que, como hemos hablado otras veces, el lenguaje que utilizamos modela nuestra forma de pensar.

Espero de corazón que puedas disfrutar de ese “nada” que haces, que es lo que te mantiene con vida y te permite mantener lubricados los engranajes que hacen que puedas desarrollar todo lo demás.  Y espero, también, que todo esto nos sirva para desaprender y colocar el autocuidado en el lugar que le corresponde: el centro de nuestras vidas.

¡Cuídate mucho!

Consejos de un pastelito: Relaciones tóxicas

A veces me encuentro cosas encantadoras en las rrss. Hoy comparto con vosotros algo muy cuqui y, además útil:

Consejos de un Cupcake (que no es otra cosa que una magdalena con un tocado de colores) @TheGoodAdviceCupcake nos da una idea fantástica para lidiar con las relaciones tóxicas.

Relaciones tóxicas

¡Byeeeeee, relaciones tóxicas!The Good Advice Cupcake

Geplaatst door BuzzFeed México op Maandag 21 mei 2018

¿Qué te parece?

Por desgracia, a veces no es tan sencillo…

Puedes encontrar más consejos de este simpático personaje en su perfil de Facebook.

¡Hasta el próximo post!

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¡Tócate las tetas!

Hace unos días hablábamos del cáncer. Bueno, para ser precisos, de las personas que padecen cáncer y, por concretar aún más, de cómo en ocasiones la comunicación entre ellos y la gente de su alrededor puede verse obstaculizada, entre otras muchas cosas, por el miedo y los prejuicios.

En aquel post, las protagonistas eran, como procuramos que sea siempre, las personas y sus relaciones. Porque yo sigo siendo yo, aunque tenga cáncer.

La enfermedad no anula mi identidad, no me arranca mis intereses ni me roba mis sueños. Si acaso, me los complica un poco. El cáncer puede acompañarme, como un invitado indeseado, durante un periodo de tiempo, pero no hace desaparecer todo lo que hace de mí una persona valiosa.

Precisamente, para que esta visita molesta sea detectada y permanezca con nosotros el menor tiempo posible, resulta fundamental la detección temprana.

Consideramos que la concienciación de la vulnerabilidad y la detección temprana son dos cuestiones en las que no se insiste lo suficiente. Hoy queremos compartir con vosotros un vídeo de MACMA (Movimiento Ayuda Cáncer de Mama) que, por lo útil, entrañable y polémico, nos ha parecido enormemente interesante.

[youtube https://www.youtube.com/watch?v=iZhn1kTKPYc&w=560&h=315]

 

Gracias, MACMA, por vuestro ingenio y vuestro sentido del humor a la hora de sortear la censura de las redes sociales y acercar esta cuestión tan relevante al público.

Y tú, ¡no olvides tocarte las tetas periódicamente!

lazo rosa

Reflexionando sobre relaciones y dispositivos móviles: Conexión Real

Los dispositivos electrónicos están tan integrados en nuestro día a día que no nos damos cuenta de cuánto los usamos hasta que un día, por un descuido, nos dejamos el móvil en casa.

Aunque en teoría nos facilitan mantener el contacto entre nosotros y pueden ser un recurso útil a la hora de cuidar nuestras relaciones (y nuestra salud, como comentamos en una antigua publicación), su mal uso nos distancia y nos lleva a un ensimismamiento que puede hacer que las relaciones con quienes tenemos cerca resulten dañadas. Y así, en un mundo más comunicado que nunca, hay cada vez más personas que se sienten solas, con historias similares a la que recogíamos en el post de la semana pasada, el testimonio de Doug Leddin.

No me sorprende que este corto que compartimos hoy, protagonizado por Guillermo y Nicolás Francella y dirigido por Nicolás Cuño y José Cicala haya sido seleccionado seleccionado para el Festival de Cannes y se haya utilizado en una campaña publicitaria: Su mensaje es potente e invita a abrir los ojos sobre la realidad del aislamiento que produce el uso excesivo de las nuevas tecnologías.

https://youtu.be/P81JH6_YUzs

Por una Conexión Real a la que los dispositivos sirvan de soporte.

 

 

¡Peligro! ¡Redes sociales!

¿Cuántas veces al día revisas las últimas publicaciones en tus redes sociales?

Prácticamente todos nosotros hacemos uso de ellas a diario. Aplicaciones como Facebook, Twitter Instagram se han convertido, en unos pocos años, en imprescindibles. Llevamos toneladas de información en el bolsillo, y resulta tan tentador echarle un vistazo…

Aunque en sus orígenes las redes sociales se desarrollaron con el objetivo de facilitar la comunicación, acercar a las personas y potenciar el intercambio de información, su uso resulta paradójico: no sólo nos distancia y nos obliga a restar atención a quien está a nuestro lado, sino que puede, además, ponernos en peligro.

Imagen cortesía de Ambro - FreeDigitalPhotos

Imagen cortesía de Ambro – FreeDigitalPhotos

Quizá los adultos estemos algo más concienciados de esto, sin embargo nuestros chicos y chicas desconocen muchos de los riesgos asociados a un mal uso o al abuso de estas aplicaciones. Si lo pensamos fríamente, algunas de nuestras acciones vía redes sociales rayan en lo absurdo… Echa un vistazo…

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=Ak3qp4qRAiY]